Efectivamente, la actuación sin acción es una enfermedad común en las organizaciones tradicionales, donde la apariencia de estar ocupado y resolver problemas creados muchas veces deliberadamente se prioriza sobre las acciones concretas que crean valor .
Como consultor con más de 30 años de experiencia, he presenciado de primera mano como se manejan estos personajes y las consecuencias devastadoras de esta enfermedad. He visto cómo empresas prometedoras se estancan, empleados talentosos se desmotivan y oportunidades valiosas se pierden.
Esta enfermedad se manifiesta de diversas maneras, incluyendo:
- Exceso de reuniones y burocracia: Se dedica demasiado tiempo a planificar, discutir y documentar, sin avanzar en la ejecución de las tareas.
- Falta de seguimiento y rendición de cuentas: Las personas no son responsables de sus acciones ni se les exige que cumplan con sus compromisos.
- Priorización de actividades poco relevantes: Se dedica tiempo y recursos a actividades que no tienen un impacto significativo en los objetivos de la empresa.
- Cultura del papeleo y el power point: Se da más importancia a los formularios, informes y presentaciones que a la resolución real de problemas.
Consecuencias de la actuación sin acción:
- Frustración y desmotivación de los empleados: Los trabajadores se sienten desmotivados al ver que su trabajo no tiene un impacto real y que sus ideas no se escuchan.
- Pérdida de tiempo y recursos: Se desperdician recursos valiosos en actividades que no generan valor para la empresa.
- Falta de progreso y resultados: La empresa no alcanza sus objetivos y no avanza en su camino hacia el éxito.
- Daño a la reputación: La empresa puede perder credibilidad ante sus clientes y stakeholders.
A continuación te presento algunas estrategias obvias para combatir la actuación sin acción:
- Enfocarse en los resultados: Recompensar a los empleados por sus logros y por la resolución efectiva de problemas.
- Simplificar procesos y eliminar burocracia: Reducir la cantidad de trámites innecesarios y agilizar la toma de decisiones.
- Establecer indicadores de desempeño claros: Medir el progreso de manera concreta y transparente.
- Fomentar la comunicación abierta y honesta: Crear un ambiente donde los empleados se sientan cómodos para expresar sus ideas y preocupaciones.
- Empoderar a los empleados: Darles a los trabajadores la autonomía y los recursos necesarios para tomar decisiones y resolver problemas.
“Es importante recordar que el éxito empresarial no se logra solo con palabras y planes, sino con acciones concretas y resultados tangibles. Al combatir la enfermedad de la actuación sin acción, las empresas pueden crear un ambiente más productivo, eficiente y orientado al logro de objetivos”.
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